Vista general de los restos arquitectónicos desde el exterior

Abstract

El Maristán estuvo situado en el amplio solar existente en la margen derecha del río Darro, al comienzo de la ladera que sube al Albaicín, junto a la Puerta de los Tableros, que cerraba el acceso a la ciudad por el cauce del río. Actualmente se trata tan sólo de un yacimiento arqueológico, con escasos restos arquitectónicos. No obstante se puede conocer su disposición original a través de la documentación literaria y los datos arqueológicos obtenidos hasta el momento. El edificio en planta constaba de un gran patio central y cuatro naves en torno, largas y estrechas, separadas del patio mediante galerías de acceso, sobre pilares de ladrillo. El centro del patio estaba ocupado por una amplia alberca rectangular. Las naves y la galería en torno al patio tenían planta baja y otra superior, a la que se llegaba por cuatro escaleras dispuestas simétricamente en los encuentros de las naves. En planta baja se abrían las cuatro naves a las galerías por arcos de herradura aguda sobre pilares de ladrillo. Dichas naves se representan en los planos sin separación alguna. Unicamente la crujía de fachada y la del fondo tenían en sus extremos pequeñas alcobas o alhamíes, separadas del resto por arcos de herradura aguda. En la primera había cuatro pequeños nichos a cada lado del vestíbulo, en la trasera del muro de la fachada. La dos naves más largas se abrían a las respectivas galerías por medio de tres arcos de herradura aguda, uno en el centro y otro en cada extremo, y entre ellos, en los restantes entrepaños, había ventanas con arcos gemelos de la misma traza. Los techos de toda la planta baja eran horizontales, alfarjes de viguetillas labradas y pintadas. La disposición más interesante de la planta alta es la de los dos partes centrales de la nave de fachada y de frontera y posterior. Cuatro arcos de herradura aguda limitaban en ambas un espacio aparentemente cuadrado, y sobre ellos se levantaba un cuerpo con tres pequeñas ventanas por frente, cubierto todo por una armadura vista de cuatro faldones triangulares. Las cubiertas, a cuatro aguas, de estos dos cuerpos centrales, sobresalían de las dos vertientes de las naves que formaban el edificio. Actualmente sólo se conservan dos muros exteriores en su totalidad, que funcionan como medianeras de otros edificios, pero a través de la documentación gráfica existente podemos hacer una descripción bastante detallada de su composición exterior original. La fachada ocupaba uno de los lados menores del rectángulo de la planta. Su composición era simétrica. Una parte central, correspondiente a la puerta en la que se centraba la decoración, contrastaba con el resto de los muros. En la parte alta se abrían un arco gemelo sobre pilastras, de herradura aguda, arquivoltas de lóbulos y amplio alfiz en el eje de los de abajo, y otra ventana cerca ya de cada extremo de la fachada. Su magnífica portada era de ladrillo cortado, en el dintel de su puerta tenía una inscripción. Los muros exteriores terminaban por su parte superior en aleros de canecillos de madera muy volados inclinados hacia lo alto. Las dos esquinas de la fachada principal estaban achaflanadas en su parte baja, y el encuentro con la arista de los muros se conseguía volteando un semiarquillo de herradura aguda en cada uno de los muros, haciéndose el encuentro por una pequeña superficie cilíndrica. Las enjutas de estos semiarco se decoraron en el Maristán con labores de ladrillos recortado, dibujando una arquivolta de lóbulos entrecruzados y rombos. Rodeaba el ornato un alfiz, de doble cinta entrelazada.